31 octubre 2009

Anclado

Llegué y como tantas otras tardes de enojo ni levantaste la vista para mirarme. Quién entiende a las minas? Pienso. Sigo de largo. Ya se que discutimos ayer, pero después de casi un día entero ya se te debería haber pasado el mal humor. Por ahí le vino, siempre se pone así cuando le está por venir. Que se yo... Tampoco me hiciste el café con leche, no entiendo que te pasa. Bueno, voy a darme una ducha, por ahí con eso me relaje un poco, total son las 15:36 hs., es temprano. Me baño, salgo y pongo el televisor. Siempre a esta hora veo el mismo programa, me gusta ver el noticiero de la noche. A la mañana me altera si lo veo, pero a la noche me gusta estar a oscuras en la habitación riendo con tantas noticias terribles una atrás de la otra, como si fuera cine de terror. De pronto entra ella con cara de sorpresa y apaga el televisor. Pero, qué te pasa nena? No ves que estoy mirando? Pretendes que discutamos justo ahora, por lo de ayer? Ni siquiera me miró a los ojos. Está bien, tratará de llamarme la atención pero no le voy a dar bola, quién se piensa que es? Me pone nervioso, no puedo llegar a mi casa y estar tranquilo. Son las 15:36, no puedo descansar un poco de este día interminable que tuve? Hoy en el laburo tuve que... tuve que... en realidad no recuerdo bien, porque a la mañana cuando salí fui a... salí hoy? Son las 15:36? Pero, por qué no pasan los minutos en este reloj?

"Alex", escucho desde la cocina. Me llamás y corro hacia vos. Te miro de cerca, y tus ojos rojos y tu cara demacrada mirando por la ventana me hicieron ver que era de noche. Apenas podés respirar y susurrás mi nombre sobre un lápiz y una hoja en blanco empapada de lágrimas. Pronto empiezo a recordar el ardor desde mi lengua, bajando por mi garganta como un tobogán de fuego. Recuerdo los meses de agonía que aguantaste a mi lado sin una sola lágrima. Sos una mujer fuerte pensaba, pero ahora que te veo no te reconozco. No podés ni levantarte y yo trato de agarrarte pero no tengo fuerza. Te grito pero no me escuchás. Me desespero, quiero hablarte, quiero que me escuches, quiero tomarme el café que recién terminas de hacer para vos sola, porque sabés que no vas a poder dormir en toda la noche y querés preparar unas palabras para el entierro que será dentro de unas horas. Siempre organizada, hasta en el último capítulo de mi vida.

Y ahora, entiendo que todo lo que me queda es este corazón anclado en vos, este barco que nunca va a zarpar. Y me arrepiento tanto de no haberte acariciado más y de no haberte dicho todo lo que me hiciste sentir. Que ya se que la rutina nos desgastó, y esta enfermedad me sacó fuerzas, pero vos fuiste lo mas importante para mi, y que... y.... y bueno, ya no me escuchás. Perdoname, no te quise asustar con la tele, a partir de ahora la voy a prender sólo cuando vos no estés. No te preocupes mi amor, yo me quedo acá en casa, cuidándote.


2 comentarios:

A veces hay caminos y lugares que se cruzan... contame que pensás vos.