23 octubre 2010

Nada para hacer solo...

Por tratar de explicarme casi me comparé con un personaje de fantasía. El reflejo de la irreal forma de verme que tengo. Casi trato y casi pierdo en cada intento de tratar de entender. Traía tanta sombra que la noche parecía deshacerse en mi mirada, me canta Rally. Y estoy tan triste que ya no puedo ni explicarlo, porque explico y digo que estoy bien, pero no me sale decir como estoy, decir la verdad. Y estoy bien y mal, y mal y bien. Y todo vuelve a empezar. Qué quiero? Quiero eso, pero sin tanto de aquello, pero sacando lo otro, pero no entra en el molde. Bueno, no se, no quiero nada. Agarro la goma, borro los últimos cuatro meses y sigo. Total, hasta donde voy a llegar intentando intentar algo que no me sale. No me sale nada, no me sale tratar bien, no me sale decidir, no me sale dormir sin abrazo, no me sale verte y no sentirte. Nadaaaa...

Eso es lo que tengo....

La nada. Otra vez.

Justo cuando pensaba que tenía algo. Y ese algo me hacía tan feliz ahora que lo pienso. Pero soy tan infeliz que disfruté nada... poquito... apenas un par de pelos de mi flequillo despeinados. Y me duele el vacío, me duele que esté mi alma tan cerrada. Tengo una tristeza que me pesa tanto en los párpados y se cierran y los abro y lloro y los cierro y los abro y sigo siguiendo.

Y entonces me da tos, otra vez, y toso todo lo que no puedo decir y aunque lo diga, para qué? Si te digo que te extraño y para qué? Si te hago peor, ya se, pero que ganas de abrazarte hoy... Y no aguanto tus ojos que ni me quieren ver... y en lo único que pienso es lo fuerte que me agarraste la cabeza contra tu pecho, en el último abrazo que me diste. Creo que estabamos tan lejos y entre tanta tristeza hacía mucho que no me sentía tan cerca tuyo.

Y tengo dos sensaciones en mi memoria, ese abrazo y una sonrisa tuya. Cuando me mostraste tu alegría por amarme. Esa sonrisa, nunca había visto tanta felicidad en una.

Se acabó la música... Tal vez se acabo todo... Tal vez tengo tanto miedo de sentir otra vez este dolor que me hace paralizarme y esperar... Esperar a que pase el dolor, esperar a olvidarte, esperar que se borren las marcas y empezar de nuevo. Ahora, vuelvo al mismo lugar de antes, vuelvo a poner pausa. Vuelvo a temer y sigo haciendo con vos lo mismo que hice siempre con vos, nada.

14 agosto 2010

Aquello que no se dice...

Un día de sueño, como cualquier otro. Me levanto de mal humor, por no dormir lo suficiente y por abrir las orejas 15 minutos antes que el despertador me abriera los ojos. Me levanto rápido, perdiendo ese primer mimo de la mañana que tan bien me hace, para apurarme a zambullirme en la bañadera calentita. En un rato me estarían diciendo que el trámite no era ahí, que es allá y yo pensaría en esas cosas que uno piensa cuando ya se cansó de pensar que tal vez en una oficina pública a uno le den la respuesta que se necesita.


Idas y vueltas, de a pequeños instantes. En frío caminando. Las manos duras por esos guantes que como bien me dice él todos los días "no sirven". Pensando y repensado me crucé con Bea, cuando sólo quería llegar a casa. Fuimos en la vida y vinimos entre chistes. Me contó, le conté, y me habló tanto que debe haber necesitado un buen rato para reponerse. Entre su verborragia me encontré con un brillo espejo. Me habló de sus hijos, de los cuales se entera a través del facebook. Y dijo: "¿Sabés que pasa? A veces las madres nos ponemos celosas, y tenemos miedo de que ellos se olviden de nosotras. Pero ellos no se olvidan. Saben que cuando necesitan una madre, yo estoy. Aparte, no los puedo invadir, yo los crié para que fueran libres. Y eso significa que sean libres también de mi."

En cualquier esquina podemos encontrarnos como un baldaso de agua fría aquello que no decimos, esas palabras que resumían todo eso que ya no se explicarle a quienes me preguntan si todo sigue igual. No, no sigue todo igual. Yo entendí una vez más que la gente no cambia. Yo me resigné una vez más a no tener aquello que necesito. Yo me di cuenta que siempre hay algo que a uno le falta. Y que, a menos que el otro quiera aprender, no hay palabras que alcancen para enseñar.

Ayer Bea. Hoy Hec. Le pregunté si él nunca se equivocaba. Me dijo que no. Como me molesta que la gente piense que no se equivoca. A mi también me cuesta reconocerlo, pero se que a veces lastimo a quienes quiero y no hay nada mejor que disculparse. Aunque me cueste tanto a veces. Ya ni se cuanto pasó de la última discusión con ella. Lo que es seguro es que hacía mucho tiempo que no pasaban tantos días sin una de nuestras peleas. Claro, sin hablar es difícil pelearse. Una vez tuve una amiga. Y un día me cansé de esa amistad. Y así como si nada se acabó. Sin peleas, sin reclamos, finalmente en ese momento exacto, en el silencio de nuestra soledad entendimos que ya no había nada por lo que seguir peleando.

Ya ni se cuanto pasó. Decidí dejar de contabilizar hechos de mi vida. Todavía no se cuando se va a terminar esta tregua. Y es tregua porque no puede ser más nada con ella, si es que alguna vez vuelve a ser. Sólo la guerra la hace vivir y así es como te ama y te odia. Pero ni mi dignidad, ni mi salud mental, ni mi tranquilidad han caído tan bajo como para una vez más revolcarme en la arena de ese circo romano. Para dejarme desgarrar por las bestias.

No le encuentro sentido alguno a la reincidencia. Cuanto pierdo al perder? Cuanto gano a su lado? Bea bien dijo: "(...) cuando necesitan una madre, yo estoy." Y cuando yo la necesito ¿Por qué no está?.

04 agosto 2010

Por la ventana y en el bondi

Un momento de la vida. Un instante para alejarme y ver la juventud. Verme mujer. Ver todo el camino que me rodea, que hay que transitar. Saberme conciente y sin embargo verme atada a mi inevitabilidad. Ni una vida, por completo nueva, alcanzaría para aprender de los errores.

En apenas poco tiempo aprendí que no somos ajenos a aquello que nos rodea, nuestra sociedad. Ni siquiera podemos ser un mínimo objetivos ante ella. Somos producto y reproductores. Somos medio y descarte.
Pesa, esta posmodernidad que nos cae encima, que nos aplasta y nos deja pegados al suelo de este tiempo.

Nací creyendo en ideales, creciendo entre aquellos muertos de utopías. Quienes realmente creían en la libertad. Hoy, cuando veo sus rostros muertos vivos, me entristezco. Sólo buscaban justicia nuestros padres y cual truco de magia los barrieron. Nos los quitaron. Nos robaron el futuro, nuestra vida. En el recuerdo no nos los podrán borrar.

¿Qué nos han dejado? A más de uno escuché decir que no creía en la discusión. Sólo esbozan quejas sin compromiso. ¿Sólo esto habremos aprendido?

Claro que si vimos morir a nuestros padres por sus ideas ¿Cuan osados seremos en atrevernos a pensar? ¿Y quién nos convencerá ahora de que los ideales existen?. Es peligroso creerlos. ¿Adonde más nos llevarán si no a la frustración de la realidad?. Sólo una generación frustrada y sin compromisos.

Tal vez, sería más fácil vivir (a pesar de los ideales) por vivir, por lo que nos tocó. Si pudiera ser algo natural. Si viéramos en nuestras manos la herramienta para dar vuelta la hoja, a otra menos pesada.

09 junio 2010

Tratado de amor y libertad

Esta noche le hablo al reloj de arena, a la inevitable fuerza de las olas. Esta noche le hablo al oído de la inconciencia. Esta noche te pido que me permitas anhelar abrir los ojos en la noche y verte en mi almohada. Que me dejes descubrirte y encontrarte. Le pido una tregua a la conciencia.
Escuché que al final me acostumbraría. No me dejes acostumbrar, que no hay nada tan bello que ver el amanecer del amor cada día. Vivir cada uno como el único. Enamorarme cada mañana. Que sean como en sueños los futuros amaneceres.
Firmemos con el rocío un tratado de amor, que dure 24 horas, y que cada firma matinal me permita elegirte nuevamente para compartir el sol, compartir la luna.
Recordar no ahogar los placeres tangibles de hoy por palabras que son aires de mañana. Recordar que debo pensar hasta donde sirve. Recordar debo dejar de pensar, ahí donde me hace mal.
Quiero vivirte cada segundo, no perderme de estas huellas que empiezan a aparecer en el camino. Pisemos firme, pisemos juntos, acompañemos la brisa y nuestros cuerpos, que mañana ya sabremos como hacer.

04 junio 2010

Las voces en el camino

Mientras del otro lado de la ventana una mujer revolvía la basura de la vereda buscando pedazos de papel, un tipo se despegaba un envoltorio de alfajor, del zapato y lo tiraba a la calle, con la intención de mantener limpia la vereda de su bar, no así el cordón de dicha vereda. Jorge terminaba su tercer "Buscaminas" en la computadora del locutorio a la que iba un rato todos los días, cual bar al que se va a pensar entre un mar de solitarios peces. Pensaba en la sesión de terapia y se reía (levantando sólo de un lado la boca), rememorando la mirada atenta de su psicólogo enfrente, mintiéndole descaradamente, como un juego, como un chico. Desde hacía un año iba al mismo psicólogo y le había inventado una fantástica historia de un señor con una mujer, con unos hijos, con problemas, con trabajos esclavos y una serie de "normalidades" que seguramente el licenciado escuchaba en grandes cantidades a lo largo de la semana. Sólo que esta historia no tenía ni una sílaba de verdad. Jorge no era marido de nadie y si tenía que elegir, seguro que su mujer no sería mujer. Desde los 11 años supo que la mujer no era más que una madre ausente, una abuela desconocida y una serie de maestras conservadoras en la escuela pública del barrio. Si se trataba de amor, en ese caso, tendríamos que hablar de hombres.
"Mina", perdió el juego. Pagó $ 1,50 y se fue, guardando el vuelto en el bolsillo. Ya estaba llegando el invierno, así que estaba un poco contracturado por el pesado abrigo que empezaba a sacar, cada vez más seguido, del ropero. Camino por el empedrado, por el asfalto frío, por la vereda ya sin mesas del bar de la esquina. La luz blanca tenue del farol caía como rocío en sus hombros y, ya a esa hora, compartía la calle con los jóvenes de la esquina que se juntaban a hacer nada junto a una cerveza, como todos los días, como todas las vidas. Los negocios ya con sus candados, los colectivos cada vez más brillantes, como pájaros felinos que salen en la noche a caminar por la tierra, a pisar las huellas del día, a volver en el tiempo.
Volver en el tiempo era lo que hacía cada una de las noches. ¿Por qué no lo hablaba en terapia? Tal vez ya no creía encontrar respuestas, quizás no las necesitaba, pero no era lo suficientemente valiente para sofocarse en esas fantasías de otras vidas encastradas en sus pensamientos. O quizás, simplemente necesitaba hablar.
Recordaba, mientras iba, la frase que él le dijo la otra noche: "no quiero seguir siendo tu amigo". Claro, él quiere algo más. Pero no sabe que estoy enfermo.
A él le gustaban las sorpresas, así que más de una vez sorprendió a Jorge. Pero esa vez, su ansiedad lo hizo volverse evidente. "Vení a casa, que preparo algo para los dos y de paso charlamos un poco, ¿Dale?".
Jorge camino las doce cuadras como si lo que se moviera fuera la escenografía pasando detrás suyo, como si al pisar adelante se quedara en el mismo lugar. Le parecía todavía oír la palabras últimas de ese hombre que antes de irse con esa otra, distinta a su madre, le dijo que nunca sería feliz, que la vida era miserable y que la suya así sería. No se equivocó. Aunque poco escuchó a su padre en la vida, la sabiduría de sus años se condensó en esas palabras finales.
Cuando era más joven sabía que había riesgos, pero con la gente que se juntaba no tenía de que preocuparse. Esas cosas no circulaban por ahí. Hasta el día que el análisis le dijo que se había equivocado y que su vida sería, como bien auguró aquel hombre, miserable. Hacía mucho que no salía con otros hombres, porque ya se había cansado de ver como se iban por la puerta después de confesar su verdad. Ya se sentía humillado y con bronca salió en busca de uno al que no le diría nada. Y si se descuida, que se joda, ya es grandecito y es su responsabilidad. Pero no siempre se puede planear y esa vez el plan le salió mal. Convencido de hacer miserable a alguien más, salió y lo encontró a él, que con toda su ternura lo hizo olvidarse de todos esos fantasmas y de pronto no todo parecía tan miserable. Pero en esas cuadras, lo escuchó una y otra vez, como un disco rayado después de esa frase y sabía que si se confesaba todo volvería al mismo gris oscuro. En cada paso, piso cada uno de sus sentimientos, pasó con la mirada gacha para no ver aquellas vidas que por el costado lo miraban de reojo, pensó cada una de las palabras que le diría a él, que lo lastimarían a él, la noche que develaría los más puros sentimientos y como, sin preámbulos, destruiría esos claros sentimientos, sin piedad. Si iba a ser miserable, no valía la pena hacérselo a otra persona. A algunos simplemente no les toca ser felices.
La luz estaba prendida, se sentía el calor desde la puerta, seguramente venía del horno, junto con ese olor maravilloso de cena casi lista. Él abrió la puerta, lo miró con los ojos entre cerrados por el espacio que ocupaba en su cara la más bella sonrisa. Jorge lo miró y entró.

03 mayo 2010

No me alcanza

"Alcanza?"

"No", te dije. "No alcanza. No me alcanza".

No me alcanza ver a través tuyo y sentir ese hondo vacío. No me alcanza saberte final, me excede la crueldad. Tal vez soy tonta, tal vez creí cada una de las olas que te abruman. Hasta que amaneció y vi las olas que a todos abruman y me pregunto si para todos será tan difícil vivir. Todos vivimos con problemas. No. No me alcanzan tus ojos desvaneciendo y los míos sin pestañear.

Tu mirada fue aquello que perdí y eran los únicos ojos por los que me perdería. Los únicos que espere que me miraran. Y hoy me miran y no me alcanza. Me trae mares de melancolía verme reflejada en vos, verme caída en el engaño una vez más. Tus palmas vacías para mi. Nunca espectadora de aquella mirada de cariño. Mi amistad como la ironía que nunca sabré decir. Tu sinceridad como puñal. Es que no lo viste? Y no... la indiferencia mata. Y mata.

Sólo las angustias que avasallan tu conciencia, sólo aquello que te abandona es lo que está latente en cada una de tus mañanas. "Me abrazás?" Te abrazo, sabiendo que te doy todo lo que necesitás de mí, sabiendo que no hay nada que puedas darme. Sabiendo que mi instinto, que por demás me pasó factura por mis errores, desea esperarte. Pero anoche me di cuenta que ya dejé de esperarte, que hoy a diferencia de ayer, pude darme cuenta que ni los mejores besos que me han dado me pueden retener, porque hoy se que valgo más que ayer. Porque quisiera ser yo para vos y que fueras vos para mi. Pero yo no existo en vos.

"Seguro de nada sirve mi amor..." dice la canción.




"Como un último acto de amor, te dejo ir." dijo ella.

30 marzo 2010

Y llevarte en el sentir

Partes de uno. Miles de extremidades que se cruzan y chocan en la calle. Cuanto sentimos por nuestra piel, cuanto negamos de aquello que sentimos hasta hacerlo inmune a nuestra percepción.

Crees en lo imposible? Yo creo que lo imposible es sólo una excusa.

Eran dos cuando en un terreno neutro se midieron en la balanza y, sorprendidos de usar el idéntico código de las sensaciones en la piel, se tocaron con las manos, con el cuerpo, con los labios.
Se midieron en años luz, se midieron en kilómetros y pronto notaron que no había distancia en el sentir.
Una caricia de imágenes, de sonidos. "Te pido que me acaricies el alma que ya llega el otoño y está fresco por acá".

Crees en lo imposible? Yo si.

Los vi recostarse en el tiempo y detenerlo, y levantarse como un solo ser, sin tiempo ni cuerpo. Sin miedo. Especialmente sin él, porque cuando son uno ya no hay nada que temer.

Esa noche yo vi a la luna nadando en el vino, vi sus pies andar en el río. Crees en lo imposible? Esa noche vi llorar a la luna, ya no por orgullo, la vi entendiendo, la vi llorar por la libertad. Lloró por lo que murió, lloró por lo que nació, lloró de amor y de tranquilidad. Por fin volvió a ser libre.

23 marzo 2010

Nunca más

Lo más triste es que haya gente que simplemente no le importe...


Fragmento del libro "Nunca más":
"La tortura

Los Centros Clandestinos de Detención (C.C.D.) fueron ante todo centros de tortura, contando para ello con personal «especializado» y ámbitos acondicionados a tal fin, llamados eufemísticamente «quirófanos», y toda una gama de implementos utilizados en las distintas técnicas de tormento. Todo ello será analizado pormenorizadamente en el capítulo pertinente; pero algunas referencias son necesarias en tanto esta terrible experiencia formaba parte del diario transcurrir en los C.C.D.

Las primeras sesiones de tortura tenían por objeto el «ablande» del recién llegado y estaban a cargo de personal indistinto.

Una vez establecido que el detenido podía proporcionar alguna información de interés, comenzaban las sesiones a cargo de interrogadores especiales.

Es decir, que ni siquiera se efectuaba una previa evaluación tendiente a merituar si la persona a secuestrarse poseía realmente elementos de alguna significación para sus captores.

A causa de esta metodología indiscriminada, fueron aprehendidos y torturados tanto miembros de los grupos armados, como sus familiares, amigos o compañeros de estudio o trabajo, militantes de partidos políticos, sacerdotes o laicos comprometidos con los problemas de los humildes, activistas estudiantiles, sindicalistas, dirigentes barriales y (en un insólitamente elevado número de casos) personas sin ningún tipo de práctica gremial o política.

Bastaba figurar en una agenda de teléfonos para pasar inmediatamente a ser «blanco» de los tristemente célebres «Grupos de Trabajo».

Así se explica que muchos torturados responsabilizaran a cualquiera con tal de que se detuviese el suplicio. Según información proporcionada por un integrante del GT 2 (Legajo N° 7170), después de 1977 no tuvieron necesidad de realizar tareas de inteligencia, ya que se trataba de detener a las personas mencionadas por los propios detenidos en las sesiones de tortura."


08 marzo 2010

La ansiedad me recorre como un escalofrío en las entrañas. Es el miedo que nunca nos va a dejar ser menos cobardes. Con un pie en la marca de salida, pero con la mirada perdida en donde siempre se pierde, para no tener que responder a mis preguntas.

No me creo, no me entiendo, no me siento.

Cuando algo un día se apaga tal vez no exista llama que pueda encender la oscuridad, casi no creo que haya algo. Casi me rindo en cada instante para un comienzo casi perfecto y un desenlace que sólo me hace pensar en cuanto debo dejar, en cuanto debo cambiar y por esta vez estoy segura que no quiero cambiar. Sólo miedo. Eso sólo es.

No me juzgo, no me busco, no me encuentro.

Nada hay que se pueda ver como a través del cristal, ni yo ya puedo ver. Todo esta tenebrosamente borroso y no se como hacer. El frío-ansiedad recorre una vez más el ambiente y una vez más no hay respuestas, ni preguntas.

No pregunto, no respondo, no me animo.



No soy...

22 febrero 2010

Para escuchar a la luna en una terraza

Por una noche pudimos librarnos de los ojos espectantes, de las ansias ajenas de librarnos de las líneas límites entre un cuerpo y otro, como si aquellas ansias fueran propias, como si nuestros ojos (más sabios que nosotros mismos) no supieran cuales eran nuestros destinos. Sin más, la línea fue quebrada por el dibujo curvo de mis manos, que sigilosas rozaron con cuidado el miedo. Tus manos, con el mismo ímpetu que tus labios, no me dejaron temer, cuidando cada unos de mis pasos, como el agua para las hojas de un árbol, como una lluvia interminable en una sierra escondida en la que me encuentro. Un árbol, que no da más sombra que a un pequeño pedazo de tierra pero que se nutre inagotablemente de las gotas que ruedan por sus ramas hasta penetrar en la tierra y llegar a sus raíces.

Bajo el aire casi inmóvil, el silencio que poco a poco dejaba de ocultarse tras unos murmullos lejanos, nos fue cubriendo. El viento que se asomó, lentamente (por tímido) nos barrió de aquellos murmullos y la noche fue la cuna que en un techo cualquiera nos arropó. Sin más abrigo que el de nuestra piel, sin más certezas que la locura, sin más sogas que los hilos de las ropas (que ya no cumplían su función), pasaron los días, los meses y los años, todos comprimidos en un instante en el que los relojes ya no marcaron las horas, sólo los latidos nos marcarían el momento en el que, a pesar de los caminos por recorrer, a pesar de los distintos climas entre un extremo y el otro de este lazo, tarde o temprano esos extremos se unirían una vez más y otra vez cuando deba ser y así incansablemente hasta que se escuche el murmullo de ansias ajenas agotarse una vez más, como la llama de una vela y por fin nos deje arropados nuevamente por la luna.

16 febrero 2010

...y aprendí que siempre la costumbre va a matar al placer...

Cuando el orgullo ya no se da por aludido, todo alrededor es más fácil. Las astillas ya no quedan clavadas, las palabras se lavan y cada frase escuchada mil veces ya no resuena como eco. Cuando ya nada importa, ni siquiera una caricia de más, sólo pienso en las lucecitas que se ven por la ventana como pequeños flashes espaciales en un cielo borroso y en los angelitos que no por crueles, si no por miedosos, no se echan a volar.
Cuando ya no se piensa en el mañana tan deseado y tan inconveniente a la vez, hay siempre alguien que te recuerda aquello que no pensaste. Como si recostarse a dormir fuera más que eso, o besarse fuera más que eso, o volar de esta forma, bien lejos, me dejara alguna chance de librar mis pensamientos.

Por un momento sólo quise huir para resguardar aquello que ya no me importa. Me acordé, ya no importa, fue sólo un capricho del orgullo.

04 febrero 2010

Clases de pintura para niños!!

Clases de pintura para niños de 5 a 12 años
(por otras edades, por favor consultar)

A partir del próximo sábado 6 de Febrero.
Lugar: Espacio Bolivar 883 (San Telmo).
Días: Todos los sábados de Febrero de 17 a 18:30 hs.

1ª clase de prueba sin cargo (esta clase de prueba incluye materiales).

Los espero!!

bardearte@gmail.com

02 febrero 2010

y de pronto me di cuenta que los edificios no me dejan ver el cielo...


Volví. Me choqué una vez más con la tinta de una nueva lapicera. Choqué contra todo, esta mañana cuando vi cuantos matices puede darle uno a cada día.
Me choqué con personas con miles de vidas. Contra vidas. En contra de los rieles que creemos que son los correctos.

Cualquier porteño puede terminar caminando con los pies en la arena a lo lejos, incluso nadar en el río de la selva o dejarse barrer con el mar, hasta perder el aire. Con la certeza de lo incierto. Con todo aquello que es casi inhumano, pero que se acerca a lo más humano de la humanidad. Poder observar una noche con la luna más luminosa y todas las estrellas, la música de dos mares y el corazón chorreando en mis manos. Quién quiere luz cuando caminar en la oscuridad puede ser tan fácil? Observar las siluetas y reconocerlas. Cuanto valor se le puede poner a tanta naturaleza? Cuanto puede valer lo material?

Me quedo en los ojos eternos que se pierden donde termina el mar. Sigo el reflejo en ellos de la luna. Los que muestran adonde el mundo ya no existe.

Volver... Y uno se vuelve a chocar. Sería mejor pasar, absorber y dejar de chocar. Sería más hermoso.
Antes de volverme me dije a mí misma, que estuve en otra dimensión. Un lugar sin tiempo y sin días. Donde las horas no significan nada, donde el Sol y la Luna son los relojes más exactos. Estuve en otro mundo. Y sin embargo ahora creo que no hay nada más vivo que eso. No hay mundo más real que aquel. Y todo lo que hacemos es vivir constantemente en este mundo de fantasías, lleno de mentiras, dificultades, mugre, donde no se ven mariposas volar sobre el río, ni animales que se escuchan entre arbustos, ni el mar rompiendo en olas.


16 enero 2010

Y esto que es?

Correr lo más fuerte que puedan mis piernas para alejarme y sentir que no hay más de mí. Para no pensar en sentir. Un día no verte más y no sentir lo que siento (como si pudiera escaparte). Como si la simple idea de tu sonrisa no me hiciera sonreír, como si hiciera de cuenta que tus ojos no ven donde no hay lamparitas. Ahora se me hizo tarde, bajé la guardia y viste mis sonrisas reales.

Siento cursi el sentir. Siento más de lo que digo y te se decir. Y todo se me confunde cada vez más... justo cuando estaba casi segura de que el amor no existe.


Pensaba en el amor, en el enamoramiento, como una especie de sueño, en el que no se ve, en el que no se siente el tiempo y no hay defensa. Tibieza. Pero como la niebla, se disipa y siempre al final queda una bella historia de casualidades, compañía y voluntad. El amor se viste de voluntad, la magia es magia, es fuego, es necesidad animal y se apaga. Y cuando ya no queda esa necesidad, porque nadie es tan necesario para vivir, porque todos nacemos y morimos solos, entonces, que queda? Voluntad? Así a secas, tiene poco de romántico, pero debe ser así. Tal vez. Sólo voluntad. Aunque por otro lado, el amor son esas ganas de esta noche recostarme sobre tu cuerpo, es la dulce libertad de los dedos al recorrer el pelo en interminables caricias, son miradas infinitas o jugar en tus labios sin tiempo. Es un mate o esos cafecitos con azúcar, una peli, un corazón que le ofrece un concierto a otro. Son sogas que se anudan, son miles de hilos de momentos entrelazados. No es un objeto inerte, un sentimiento extra, algo que se pueda manipular. Tal vez existe en un rincón profundo o tal vez en todos lados.

Y armo este rompecabezas tratando de encontrar una respuesta al "que debo hacer", como si no supiera ya lo que no debo.

Siento aquello que me falta y que no me vas a dar, y siento todo lo que tengo. Y si, es muy duro decirlo y saberlo. Pero más duro es callar lo que callo. Y si sigo tratando de pensar en este desborde de palabras voy a tener que salir correr... me voy al río a pensar...
 


"Por mucho que me duela debo admitir que otras me ven sin ropa y tu desnudo. Será mucho mejor si pretendo huir. Cortar la cuerda, deshacer el nudo (...)"

02 enero 2010

Mi despedida

Te di el último beso de esta vida, acaricié tu mano hinchada y me fui. Sabiéndote final, atragantando mis lágrimas.

Te vas y es tan difícil verte partir. Tenés que irte y es tan difícil soltarte. De esta forma te envío mi despedida, te dejo ir como todos hicimos el día de hoy. Pero hoy no te veo como el hombre que en esa cama espera, hoy sos todo aquello que fuiste.

Dejaste tu marca en mí y te veo en mi futuro. Te veo en mi presente y todo lo que hiciste para que ese presente fuera. Te veo en los ojos de mi padre, te veo en piel, te llevo en mi nombre. Me enseñaste tanto que no podría recordarlo todo. Fuimos el cuarto plano en ese cuadro de Magritte que no me acuerdo el nombre y ahí entendí que la pintura era mi vida. Me enseñaste la política, la belleza de la música, me enseñaste que uno puede cometer los peores errores en la vida y aún así tenemos que aprender a perdonar a quienes amamos. Que nada vale tanto como compartir la vida y que en el final ya no hay revanchas.

Hasta el final te reíste de Dios. Hasta el final te reíste. "Lo último que se pierde es el humor", y entre tus respiraciones más difíciles hasta creí verte sonreír. Aprendí a ver más allá de lo puramente visible y entendí que los seres humanos somos un todo. "Nada es tan simple Barbi". Te enojaste, me retaste por todo lo que no hice y al final me pudiste ver reflejada en la pintura que tanto amo. Me hiciste los mismos chistes una y otra vez, y siempre supe que cuando ya no los hicieras los iba a extrañar. Por suerte dejaste esa marca en todos los hombres de esta familia que te recordarán siempre. Que tipo difícil que sos. Pero dentro de todo, a mí me la hiciste más fácil. Tu gran debilidad, las mujeres. Otro legado para la familia.

Se que siempre te asusto el final, pero ahora que llegó, podés seguir tranquilo. Lograste que al final nos quisiéramos más que nunca. Te agradezco Pinamar, los libros, el teatro Colón en mi infancia, el arte, tu devoción por curar, cada una de tus palabras, todo tu cariño, lo que hiciste de mí. Yo me quedo con eso, con tu marca en mi vida. Gracias por ese último 27 de Noviembre. Gracias por haber estado ahí, no me podrías haber hecho un regalo mejor.



Podés ir tranquilo, abuelo. Con todo el dolor. Para siempre en mi alma.