08 marzo 2010

La ansiedad me recorre como un escalofrío en las entrañas. Es el miedo que nunca nos va a dejar ser menos cobardes. Con un pie en la marca de salida, pero con la mirada perdida en donde siempre se pierde, para no tener que responder a mis preguntas.

No me creo, no me entiendo, no me siento.

Cuando algo un día se apaga tal vez no exista llama que pueda encender la oscuridad, casi no creo que haya algo. Casi me rindo en cada instante para un comienzo casi perfecto y un desenlace que sólo me hace pensar en cuanto debo dejar, en cuanto debo cambiar y por esta vez estoy segura que no quiero cambiar. Sólo miedo. Eso sólo es.

No me juzgo, no me busco, no me encuentro.

Nada hay que se pueda ver como a través del cristal, ni yo ya puedo ver. Todo esta tenebrosamente borroso y no se como hacer. El frío-ansiedad recorre una vez más el ambiente y una vez más no hay respuestas, ni preguntas.

No pregunto, no respondo, no me animo.



No soy...

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