04 septiembre 2009

Anoche

Era tarde, bien entrada la noche. Tomábamos unas cervezas en el local, con los compañeros del grupo. Yo estaba con Julieta y Amanda, parada cerca de la puerta, porque si no el humo de nuestros cigarrillos molestaba a María que estaba embarazada. De pronto entre risas y charlas, Julieta miró hacia afuera con cara de horror y gritó -¡Abajo todos!-. Yo, sin pensar, hice lo que ordenó y atiné a agarrarme la cabeza, en el momento que me tiré al suelo y explotó una bomba cerca de la ventana.

Tuvimos suerte, porque en el trayecto, la bomba se desvió, chocó contra un árbol y sólo alcanzó a romper algunos vidrios. En ese momento, entraron tres hombres oscuros, sin cara, con voces de perros hambrientos dando órdenes. Yo sólo tiré mi cartera detrás de una silla, con la esperanza de que no encontraran lo que allí tenía. Me empezaron a gritar y me acerqué al resto del grupo de hormigas atemorizadas. Éramos demasiados para ellos, pero teníamos miedo. Estoy casi segura de que estaban armados. ¡Claro que lo estaban, tenían una bomba!. No se por que, pero no tenía la valentía de levantar la cabeza, por terror a cruzarme con una de sus miradas de fuego. Y tampoco se por que estaba todo tan oscuro.

Ahora que veo a través de la ventana del tren, mientras escribo esta terrible historia, me doy cuenta que diferente es el color de aquella noche, con este día, que aunque nublado, esta teñido de un cálido color tierra como sacado de una paleta de un pintor.

Aquella noche éramos demasiados y cuando se distrajeron fuimos moviéndonos hacia la puerta. Está claro ahora, por que nunca vino la policía al escuchar la explosión. En un momento fugaz algunos de nosotros salimos corriendo. Huimos como ratas, dejando atrás a nuestros compañeros a merced de quien sabe que destino, salvando nuestra vida como animales. Corrí y corrí sin control, casi sin respirar. Sentí el calor alrededor de mi cara, pero no paré. Mis poros abiertos me daban ese aspecto colorido otras veces, que esta vez era la cara del miedo. Fue como estar en una gran cueva, corriendo sin tiempo, sin fuerza, sin sonido. Corrí por todo el barrio y llegué hasta Catalinas. Pasé por los pasillos vacíos, por la plaza sin gente, la escuela dormida y subí hasta mi departamento en el piso diez. Me alarmaron un poco las gotas de sangre en el piso, pero como alguna otra vez las había visto desparramadas igual, supuse que era normal. Cuando entré, la puerta estaba abierta y adentro la vi a Amanda. Nos miramos, empezamos a hablar sin aliento, pero no nos escuchábamos. Desesperadas tratamos de comunicarnos. En ese instante de desesperación pude ver unas mochilas desconocidas tiradas debajo de la mesa. Alguien había entrado en nuestra casa. Para cuando dejamos de temblar y decidimos abrirlas ya habían pasado cinco largos minutos. Dentro un teléfono abierto, un luz verde encendida, esa luz que nos decía que alguien ya sabía que estábamos allí. Sólo llegué a agarrar mi cartera, que la había rescatado Amanda antes de huir, cuando ella me miró con todo el desconsuelo que pueden entrar en esos ojos azules. Yo sabía que esa era la última vez que me iba a mirar. Abrió la puerta y ahí se terminó todo. No puedo recordar más nada.

Esta mañana mientras me bañaba, mientras escuchaba el ruido de la lluvia al vestirme, pensé en todo lo sucedido. En cuantas veces tantas personas han contado historias como esta y me pregunté con una nerviosa tranquilidad: ¿Por qué razón tuve un sueño así anoche?

6 comentarios:

  1. Brutal!

    te das cuenta acaso que el futuro se ve distinto ahora?

    Mira a todos lados antes de entrar a ninguna parte.

    Paranoia.

    Deshora.

    ResponderEliminar
  2. BUENA HISTORIA..... SERIA LINDO SABER POR QUE SE TE OCURRIÓ ESCRIBIR SOBRE ESTO NO?

    ResponderEliminar
  3. Deshora, si tengo que mirár a todos lados, me voy a olvidar de mirar lo que tengo que mirar. Hay que vivir la vida con cierto riesgo!
    Guadalupe, en realidad no se me ocurrió, lo soñé de verdad!
    Gracias por leer!! Saludos!!

    ResponderEliminar
  4. Un maravilloso coctel de palabras y acentos agitado con genialidad y servido en un maravilloso blog. Qué más puedo decir... tu espacio me ha encantado. :)

    ResponderEliminar
  5. Angus, muchísimas gracias!! Saludos!!

    ResponderEliminar
  6. Querida Maga, a veces los sueños no tienen ninguna relación con la realidad y sólo buscan esto, una historia maravillosamente redactada. Un gran beso.

    ResponderEliminar

A veces hay caminos y lugares que se cruzan... contame que pensás vos.