Se fundían en uno, se hacían dos extremidades de un solo ser. Eran sonidos de lluvia de sudestada, fluían en el otro.
Sus ojos de agua atardecían en esa sonrisa. Los otros se hacían oscuro infinito.
Sonrisa una, dos, labios.
Cae el vino en gotas de lluvia de amantes.
Rojo el fuego, dorado el pelo, sus vueltas. Espirales de viento.
Ella colores, miles de brazos. Roja la piel, tu respiración.
Oscuridad en las sábanas, luz de óleo en el aire. Que los pinta, que se pintan en el cuerpo.
Después de leerte me queda claro que no puedes esconder lo que dicen tus ojos, lo que no creo es que no quieras que se sepa. Un gran beso.
ResponderEliminarA veces ni uno sabe lo que quiere... Besos!! y gracias por leer.
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