Acostada involuntariamente en esa cama, espera. Cuantas veces la llamaste para que viniera. Juega con vos hasta que ya no la desees. Cuando queda tan poca vida en tus ojos que ya no puedas ni pensarla, ahí te ataca.
Tu desnudes inevitable, es parte del tratamiento. Sólo algún lejano recuerdo queda de trenes y vestidos. Difuso. La soledad y el desprecio. Nadie te acompaña, nunca desde hace años y por siempre. Ya te resignaste a que la cosa es así.
Y vas guardando vacío en tus entrañas que sale por tu espalda, como si no hubiera límite entre tus vísceras y el aire putrefacto. El olor, como un cuervo. Pero, es que nadie lo siente? Tan sola estoy? Tan solas estamos?
Aroma a flores. La chimenea no está prendida hoy. Te extiendo mi mano, como vos lo hiciste miles de veces. Te la extiendo sin saber donde estás. Y no se si mi dolor más profundo fue no haber luchado más contra lo inevitable o sentir que más allá de toda lucha, ya te habías ido y todavía no lo puedo aceptar.
Me voy caminando sola, bajo los últimos rayos de sol, por los pasillos de ese hotel de camas infinitas que está cerca de la estación. Dejándote sólo unas lágrimas atrapadas por un nudo, sin poder verte, sin despedirme por última vez. Quizás ya te despedí. Quizás nunca se puede despedir a los muertos.
Tu desnudes inevitable, es parte del tratamiento. Sólo algún lejano recuerdo queda de trenes y vestidos. Difuso. La soledad y el desprecio. Nadie te acompaña, nunca desde hace años y por siempre. Ya te resignaste a que la cosa es así.
Y vas guardando vacío en tus entrañas que sale por tu espalda, como si no hubiera límite entre tus vísceras y el aire putrefacto. El olor, como un cuervo. Pero, es que nadie lo siente? Tan sola estoy? Tan solas estamos?
Aroma a flores. La chimenea no está prendida hoy. Te extiendo mi mano, como vos lo hiciste miles de veces. Te la extiendo sin saber donde estás. Y no se si mi dolor más profundo fue no haber luchado más contra lo inevitable o sentir que más allá de toda lucha, ya te habías ido y todavía no lo puedo aceptar.
Me voy caminando sola, bajo los últimos rayos de sol, por los pasillos de ese hotel de camas infinitas que está cerca de la estación. Dejándote sólo unas lágrimas atrapadas por un nudo, sin poder verte, sin despedirme por última vez. Quizás ya te despedí. Quizás nunca se puede despedir a los muertos.
Tanto tardé... perdoname por no llegar.
y a veces se quedan tan solos...
ResponderEliminardeshora.
Si te despides su espiritu lo sabra... es algo de lo que estoy seguro.
ResponderEliminarprecioso texto maga!muy profundo:)
besotes!!
Algo de la muerte de los que queremos tanto se nos pega, nos mata un poquito, pero debemos, y estamos obligados, a recuperar esa vida perdida. Si no han ganado los cuervos roncos. Un gran beso.
ResponderEliminarMuy lindo texto
ResponderEliminarte felicito
saludos cordiales
Karlo
Hay algunas cosas que se pierden y no creo que se puedan recuperar. Lo que pasa es que nos acostumbramos a cargar con nuestras tristezas y quedan guardadas, como adornos en una habitación donde transcurre la vida... Gracias a todos por leer!
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