Soñé que se me acababan las hojas y me desperté fluctuando entre la tristeza y la euforia. No puedo mantenerme estable, es como si tuviera una máscara de normalidad, pero adentro está todo sin control. Sin límites.
Esta droga de pensar sin parar me agota. No tengo un segundo de tranquilidad. No me deja dormir. Me di cuenta que tengo que dormir más, pero si no puedo parar, menos voy a dormir.
En el bondi escucho canciones que cantaba y ahora me tendrían que cantar a mi. Y de repente me doy cuenta que la tristeza nunca te abandona. Por una cosa u otra siempre está. Este fundamentalismo de la depresión que tenemos. Pero igual, tampoco es depresión, es esta indecisión de sentimientos. No se para donde voy... y otra vez me sigo preocupando por donde en vez de pensar el ahora. No puedo parar.
Ahora siento esa falta de compañía. Antes era más fácil que alguien te aconsejara, te entendiera como nadie. Y de pronto te encontrás solo. Erich Fromm dice que el amor no es necesitar. Entonces Erich estamos de acuerdo... necesito.
Ahora veo que la falta de soledad hizo que me olvidara de regularme. Pocas cosas calman mi ansiedad ahora, que brota de cada poro. Hay que bajar un poco.
Soledad, difícil en mi cabeza. Simple en los hechos. Lo raro, es que no estoy buscando que esto se modifique. Pero es difícil acostumbrarse. Aprenderse. Conocerse. Me estoy desquitando conmigo por tanto tiempo de no dejarme sentir. Creo que estoy medio loca.
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