24 septiembre 2009

Espera...

Como la pisada en un charco tranquilo, apareció. Todo lo que allí había comenzó a flotar. En el charco tu voz, el reflejo en el agua.
Agua que no se puede tomar.

No estaría mal una tormenta, ya, ahora, que inunde la tierra, así puedo bailar en tus manos y bailar bajo la lluvia hasta que nos cansemos. Hasta que vuelva la noche a animarse a salir.
Y que empiece esta canción una y otra vez, hasta que la tierra se seque. Y los labios.

El calor en tu piel?

Espera...

21 septiembre 2009

24

En dónde se esconde toda la belleza del mundo? Detrás de la niebla, el bosque. Con el viento las hojas del invierno que van cayendo. Olor a primavera en los rayos del sol.
Las noches largas, los perros duermen bajo la luna. El día más largo, un colibrí se anima a volar.
Cálidas lluvias que acolchonan la tierra para esperar la nueva vida y diluir lo que se va...

Y por fin florece mi primavera número 24. Chin chin...

20 septiembre 2009

Profesión curiosa: portero

Trabajo raro el del portero, o encargado. Encargado de qué realmente? El de mi casa es casi como Dios. Es omnipresente, sabe todo, tiene solución para todo (menos para darme el teléfono de un buen plomero). En el fondo pienso, pobre tipo, trabaja demasiado.
Pero en el universo de los porteros podemos encontrar una variedad ilimitada de especímenes. Los que, sentaditos desde una silla, te ven en la puerta cagándote de frío y se hacen los que no te ven, obligando al tipo que está en pantuflas en su casa, a vestirse y cagarse de frío junto con vos que esperás a que baje durante quince minutos en la puerta cual niño bajo la nieve.
Pero, si esto indigna, existen peores. Una vez conocí a uno que tenía cierta afición por sentir el edificio como su segundo hogar. Se tomaba un vino en el ascensor, dejaba las botellas en las escaleras y meaba los pasillos. Muy afectuoso el hombre.
Pero hay que decir la verdad, como no te va a alterar un trabajo donde te levantás a las 3 a.m. para salir a limpiar la vereda, que un rato después, cuando pasan los paseadores de perros, ya está todo cagado otra vez. Un trabajo donde todos te piden algún favor y cualquier problema que haya sos el primero que tiene que ir a hacerse cargo. Un trabajo en el que te pasas poniendo cartelitos que dicen "Por favor arroje la basura por la tolva" (mi edificio es un poco viejo... sí, tiene tolva) o "Saque la basura de 20 a 21 hs". Y todo para qué? Para que pases a las 12 del mediodía y ya estén todas las bolsas apiladas al lado del ascensor. Porque, convengamos, que es damasiada amabilidad tirar las putas bolsitas por la tolva. Aunque, hay que reconocer a favor de los vecinos, que la tolva tiene un tamaño mínimo, por el cual se hace muy difícil pasar las bolsas.
Pero más allá del sacrificio tiene, algo de diversión ese trabajo. Ven 70 telenovelas por día. Se enteran de todos los chismes, que el verdulero esto, que el chino de a la vuelta aquello, que el de la veterinaria es racista, porque cree que la raza negra es difícil de manejar, mi gata negra, los perros negros, las personas. Juro que fui testigo de esa confesión. De más está decir que ya no es más el veterinario de mi gata.
Pero volviendo a los porteros, no se pueden quejar del entretenimiento. Ven el desfile de hombres en las casas de las solteras (Le juro que sólo es un amigo!), el desfile de hombres en las casas de las casadas. El señor que siempre llama al médico, aunque sólo tenga una astilla en el dedo, el pendejo que se la pasa gritando, el señor que le pega a la mujer (a esos los escuchamos todos).

En fin, muy entretenido... y nostálgico también, ver pasar la vida así. Profesión curiosa.

Pensé... I

Necesitaba unos días para pensar, para reencontrarme con algunas energías perdidas. Días que me fueron oscureciendo y no me dejaron ver. Hasta que ví ese color tan único, que en ciertos niveles no existe, pero existe. Un fucsia, tal vez, pero más claro. El mismo color despide luz, como si en uno mismo compartiera la luz que necesita él para ser. Pero a la vez, es luz.
Una canción me dijo que el viento está a mi favor, el tiempo me suelta las cadenas un poco, me da aire, respiro perfume sin tanta presión.
Hace un rato ví en la calle los cadáveres de paraguas, abandonados en la fosa común de cemento y pensé que el mundo bajo la lluvia es otro mundo. Como si fuera más pesado, como si fuera más difícil de vivir, y es tan maravilloso sentir la fuerza del viento en tu cuerpo, dedos invisibles que te manipulan, las minúsculas gotas que te cubren y no hay escapatoria. Como el mar.
Y hay tanta luz un día nublado, se ve todo mucho más claro, los colores, las sensaciones.

Estos días estuve pensando también en la vida. En que tal vez, a lo largo de nuestra vida gestamos un espíritu, lo cargamos de energía que lo va transformando y que al morir uno, nace. Del cuerpo se lleva toda nuestra energía. Empecé a pensar en esto después de ver unas esculturas que decían mucho de esto, sin embargo algo que parece tan bello suena a una explicación religiosa. Y yo a las religiones no les creo nada. Cómo podría ser tan leve nuestra vida? Yo no la siento leve. Debería serlo? Pero, si cuanto más cargamos de energía la vida, nuestro espíritu se eleva más, no sería leve la vida, como no lo es la madre que da vida al niño.
Tengo que seguir pensando en esto, este camino me va llenando de dudas que el ser tan terrenal que fui (soy?) no tenía, y ahora las cosas tienen otra textura.

Pensé... pensé en el amor, pero eso lo voy a subir después...

15 septiembre 2009

Frases tomadas prestadas II

"Un drama vital siempre puede expresarse mediante una metáfora referida al peso. Decimos que sobre la persona cae el peso de los acontecimientos. La persona soporta esa carga o no la soporta, cae bajo su peso, gana o pierde. ¿Pero qué le sucedió a Sabina? Nada. Había abandonado a un hombre porque quería abandonarlo. ¿La persiguió él? ¿Se vengó? No. Su drama no era el drama del peso, sino el de la levedad. Lo que había caído sobre Sabina no era una carga, sino la insoportable levedad del ser."

"La insoportable levedad del ser" de Milan Kundera

Que difícil se hace cuando no hay piedras en el camino... cuando somos insoportablemente libres. Al final, siempre somos nosotros la piedra.

13 septiembre 2009

Soy

"Y ahora que estoy solo con mi pensamiento, esperaré que el viento me venga a buscar.
Ideas circulares, palabras que no paran de girar en mi interior. Mentiras y verdades, que parecen iguales donde suena mi tambor."

Puse un disco de Los Rodriguez y pasó una canción con la frase anterior... Ahora estoy sola, sola con mi pensamiento que no para. El problema es que no se esperar al viento. Soy increíblemente ansiosa, tanto que ni yo me soporto. Se que no debería ser así, pero es mi cabeza que no para, y yo le digo que pare, pero no me hace caso. Tendría que aprender a disfrutar más las cosas y creo que ahora estoy empezando a vivir así, muy de a poco, me cuesta mucho, pero... Qué le voy a hacer? Soy así.

Soy ansiosa, no me puedo resistir al amor y la música me cambia el humor de una forma incontrolable. Soy tan débil y tan fuerte a la vez. Pero se ve más lo segundo, tanto que a veces me dicen cosas que me parten en dos, pero me mantengo entera a la vista. Hay gente que piensa que soy mucho más fuerte de lo que soy (Si supieran que pasa acá adentro).

Soy como una nena jugando a que su vida es una película, me encantan las sorpresas y la gente que me hace bien. Me gusta discutir y tener la razón. Me gusta sentarme al lado del río o del mar y estar acompañada en silencio, escuchando las canciones del agua. Me gusta el calor y tocar las flores de los canteros. Me gusta llorar en el hombro de alguien y que me abracen, pero no me gusta que después la nariz se me queda roja por un rato tan largo. No puedo esconder mi cara de "recién estuve llorando". Hablo mucho, pero cuando alguien sabe mirarme no necesita mis palabras, no se esconder las miradas.

Se lo que quiero, pero me da miedo y no quiero sufrir (Como si eso fuera evitable!). Pero tengo la certeza que para vivir hay que arriesgarse, así que lo haré, una y otra vez, y me equivocaré una y otra vez, porque con todo el miedo, el sufrimiento y los fantasmas, la vida es hermosa.

11 septiembre 2009

Instantes II

Hoy me desperté y el sol me hizo acordar algo que esta por pasar. No me refiero a las 24 primaveras que están por llegar, tan exactas este 21 de Septiembre, que espero con ganas y me deja con tanto agotamiento. Me refiero más que nada a ese despertar con olor a verano entrando por la ventana, las ansias de calor con aroma a flores y café con leche. Tan hermoso despertar...
Cuando iba viajando vi en una casa muy moderna de Palermo, una ventana niña con dinosaurios pegados. Y no pude evitar sonreir y recordar cuando a mi también me gustaban los dinosaurios y los pegaba por todos lados. Llegué como todos los días al andén del tren. Allí había un viejo, con sus dedos carcomidos por los años, con ese semblante tan sombrío... estaba parado en la esquina del sol. Uno de los mejores momentos de su día. Y me acordé, y me reí una vez más, porque ayer en plena calle una nena de no más de 3 años, caminaba de la mano de su abuela, que los años encogieron hasta dejarla hecha un nudo de más de ocho décadas, con esa nenita a su lado casi de la misma altura.
Y pensar que sólo yo voy a recordar ese instante dentro de, digamos... unos 5 años (con suerte). Lo inmortalizo en un papel, uno más que se pierde en un río de papeles. Una nena con una vida que no recordará el resto de su vida y una vieja con uno de los más bellos amores en sus manos que pronto ya no podrá agarrar.
Siempre sale el sol, siempre vuelve. Todo empieza una y otra vez. Las mismas olas bajo el mismo sol. Rompen las olas y si estás allí, en ese instante, cuando se acerca el ruido y la adrenalina va aumentando, ya no hay nada que la pueda parar, te envuelve, girás sin control y pronto recobrás tu cuerpo, abrís los ojos, sólo nubes de agua y arena, y el sonido del caos que pasó, lejano... el vacío dentro del agua, el silencio del mar.
A lo lejos, en una escollera, se aman por primera vez dos enamorados. En sus vidas, en la única vida. En el momento en que la luna los deja de cuidar como niños, las olas los cubren para que exista ese instante único, como cada inspiración con aroma a flores, y que nadie recordará más que los dos niños amantes y estas hojas, verdes, que nacen con la primavera.

08 septiembre 2009

Momento musical

Un danzarín baila entre los dedos contra las teclas del piano. Belleza en cada acorde. Miro a través de la ventana, y al lado del fuego siento el calor de la soledad. Siento mis dientes en el vibrar de la ventana. Se va secando la tierra, se va secando con sal la herida y el tiempo pasa como un río sin cauce, sin gravedad.

Una sola luz y en el crepúsculo los primeros focos que van iluminando el set de la ciudad llena de fantasmas. Una milonga de danzarines, con caras rojas, con sueños olvidados en los bolsillos. Cada respiración honda interminable, cada deseo el más cálido y vibrante. Cada nostalgia, aguada con tinta china.

Era un tango lo que necesitaba hoy. Dedos que se enredan en el humo blanco de un cigarrillo, neblina del anochecer, nostalgia de tango.

07 septiembre 2009

Me enojo

Hoy estoy enojada. Me levanté enojada. Caminé, tomé el tren, seguí caminando. No se por que estoy así... el clima, el lunes... no sé. Por suerte en la esquina, antes de llegar, pude tomar una bocanada de aroma de los jazmines chinos recién florecidos y me dio cierto impulso. Al rato logré concentrarme y se me pasó. Y así se me pasó el día. Pero los imprevistos siempre te sorprenden. Y eso debe ser lo que más me enoja. Me enojo conmigo, me odio, me siento tonta, usada, fea. Siento que la fealdad me va dejando vacía. Y todo lo que queda de mi es ese vacío, esa cáscara cubriendo la nada misma en que me transformo.

Me enojo porque me veo en un espejo de tres hojas, me veo queriendo decidir entre el amor, la pasión o la soledad. No veo que tanto tengo que decidir. Ahora es cuando, como me dicen, me empieza a subir el agua al tanque. Que tanto tengo que elegir, si la vida se trata de vivir, no de darle tantas vueltas a las cosas, no de enroscarse. Aunque, así enroscada como soy, me quieren los que me quieren (dicen). Que tonto. Que tonta. Me siento tan tonta, me siento tan pero tan tonta. Tan sola pensando en lo que debería ser, en lo que podría ser y siempre dejo de pensar en mí. Siempre me pasa lo mismo.

Me enojo conmigo y con la mitad de la humanidad. Por qué nadie puede ver más allá? Por qué me dan tantas vueltas? Por qué dejo que me den vueltas? Y me dejo. Tan tonta... Tanto que pierdo el impulso, tanto que me olvidó de quien soy. Tanto que me olvido de valorarme y nadie me va a valorar si no empiezo yo. Quiero que se vea lo que soy, quisiera estar con una máscara todo el tiempo. Es contradictorio, pero es así. Una máscara para no mostrar lo superficial... tan vacío. O tal vez el problema es totalmente el opuesto. Por ahí el problema es que por ahí estoy demasiado expuesta y pierdo mi fuerza. Pink Floyd de fondo... Can you feel me?

Esta computadora está tan lenta... hoy llegué a la puerta del consultorio del psicólogo y nunca me atendió. No fue, me dijo la portera, y no me avisó nada. Y encima no fui el viernes a verte Guadalupe. Se que tendría que haber ido. De repente se derrumba. De repente necesito una mano que me saque de la pileta para respirar un poco. Un fin de semana que me dejó mal y un lunes que no me ayudó. Necesito salir a respirar un poco. Por ahí más tarde salgo a caminar...

04 septiembre 2009

Anoche

Era tarde, bien entrada la noche. Tomábamos unas cervezas en el local, con los compañeros del grupo. Yo estaba con Julieta y Amanda, parada cerca de la puerta, porque si no el humo de nuestros cigarrillos molestaba a María que estaba embarazada. De pronto entre risas y charlas, Julieta miró hacia afuera con cara de horror y gritó -¡Abajo todos!-. Yo, sin pensar, hice lo que ordenó y atiné a agarrarme la cabeza, en el momento que me tiré al suelo y explotó una bomba cerca de la ventana.

Tuvimos suerte, porque en el trayecto, la bomba se desvió, chocó contra un árbol y sólo alcanzó a romper algunos vidrios. En ese momento, entraron tres hombres oscuros, sin cara, con voces de perros hambrientos dando órdenes. Yo sólo tiré mi cartera detrás de una silla, con la esperanza de que no encontraran lo que allí tenía. Me empezaron a gritar y me acerqué al resto del grupo de hormigas atemorizadas. Éramos demasiados para ellos, pero teníamos miedo. Estoy casi segura de que estaban armados. ¡Claro que lo estaban, tenían una bomba!. No se por que, pero no tenía la valentía de levantar la cabeza, por terror a cruzarme con una de sus miradas de fuego. Y tampoco se por que estaba todo tan oscuro.

Ahora que veo a través de la ventana del tren, mientras escribo esta terrible historia, me doy cuenta que diferente es el color de aquella noche, con este día, que aunque nublado, esta teñido de un cálido color tierra como sacado de una paleta de un pintor.

Aquella noche éramos demasiados y cuando se distrajeron fuimos moviéndonos hacia la puerta. Está claro ahora, por que nunca vino la policía al escuchar la explosión. En un momento fugaz algunos de nosotros salimos corriendo. Huimos como ratas, dejando atrás a nuestros compañeros a merced de quien sabe que destino, salvando nuestra vida como animales. Corrí y corrí sin control, casi sin respirar. Sentí el calor alrededor de mi cara, pero no paré. Mis poros abiertos me daban ese aspecto colorido otras veces, que esta vez era la cara del miedo. Fue como estar en una gran cueva, corriendo sin tiempo, sin fuerza, sin sonido. Corrí por todo el barrio y llegué hasta Catalinas. Pasé por los pasillos vacíos, por la plaza sin gente, la escuela dormida y subí hasta mi departamento en el piso diez. Me alarmaron un poco las gotas de sangre en el piso, pero como alguna otra vez las había visto desparramadas igual, supuse que era normal. Cuando entré, la puerta estaba abierta y adentro la vi a Amanda. Nos miramos, empezamos a hablar sin aliento, pero no nos escuchábamos. Desesperadas tratamos de comunicarnos. En ese instante de desesperación pude ver unas mochilas desconocidas tiradas debajo de la mesa. Alguien había entrado en nuestra casa. Para cuando dejamos de temblar y decidimos abrirlas ya habían pasado cinco largos minutos. Dentro un teléfono abierto, un luz verde encendida, esa luz que nos decía que alguien ya sabía que estábamos allí. Sólo llegué a agarrar mi cartera, que la había rescatado Amanda antes de huir, cuando ella me miró con todo el desconsuelo que pueden entrar en esos ojos azules. Yo sabía que esa era la última vez que me iba a mirar. Abrió la puerta y ahí se terminó todo. No puedo recordar más nada.

Esta mañana mientras me bañaba, mientras escuchaba el ruido de la lluvia al vestirme, pensé en todo lo sucedido. En cuantas veces tantas personas han contado historias como esta y me pregunté con una nerviosa tranquilidad: ¿Por qué razón tuve un sueño así anoche?

02 septiembre 2009

Sentir en colores

Es maravilloso encontrar los infinitos caminos que se esconden en tu espalda. Los atajos que llegan hasta tu sonrisa, con sólo una mirada, con sólo la caricia de nuestros labios.
Sos una gran incógnita. Sos lo que niego y ya no puedo negar... aunque ya no se de que hablo.
Resulta tan sencillo, tan cotidiano. Tenés la frescura de ser la ventana que se mira cada día. Sólo por ese día, la primer mirada, la última. No hay atrás ni adelante. Sos la libertad de sentir, sin culpa, sin remordimiento y sin exigencias. No es necesario medir, si no hay reglas, se puede pasear sin distancias.

Ahora puedo decir que la falta de sentir ya no es realidad. Sentir en colores.

Aroma tibio de azahares que apenas se abren. Puros. Dulces.

Árbol, con tus primeros suspiros en flor, extraño entre todos.

Reflexiones de una noche complicada

Cuantas expectativas pone uno en las cosas. Y cómo no hacerlo? Uno siente, espera. Y sin embargo, está tan vacía una expectativa. Es casi como tratar de entender el futuro. Como si hubiera forma de saber que va a pasar.
Cuantas menos expectativas, menores son las decepciones. Pero uno está tan cargado de historias, de sentimientos, que no pensar más allá del día que transcurre se vuelve una tarea difícil.
Sigo pensando el vivir sólo por el hecho de vivir. Sólo que ahora el rojo está más anaranjado y me cuesta ser fría, distante. De pronto soy tan libre que no se como manejarlo. Y tanta libertad me pone sensible, más vulnerable, más real.
De pronto entiendo el miedo a la libertad. De pronto soy libertad que da miedo... siempre el miedo en el medio. Siempre estoy en el medio de algo.
Y ahora que caí a esta realidad me doy cuenta que estoy cansada de esperar siempre, de hacer siempre, de aguantar siempre, de esta armadura. Me cansé.

Quisiera poder estar más en el medio de mi.

01 septiembre 2009

Frases tomadas prestadas

"La sensualidad es la máxima movilización de los sentidos: una persona observa atentamente a la otra y escucha cada uno de los sonidos que produce. En cambio su grito pretendía aturdir a los sentidos para que no vieran ni oyeran. Quien gritaba era el propio idealismo ingenuo de su amor que quería ser la superación de todas las contradicciones, la superación de la dualidad entre el cuerpo y el alma y quien sabe si la superación del tiempo."

"La insoportable levedad del ser" de Milan Kundera